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BIENESTAR PERSONALIZADO

En MOTIVË, construir espacios que mejoren la productividad y el bienestar de las personas, es nuestra principal motivación. Por esto, nos enfocamos en cómo la mente condiciona el espacio y cómo el entorno nos estimula.

Nos enfocamos en diseñar espacios que incluyan elementos capaces de incidir en manera positiva en el estado de ánimo, sentimientos, energía, bienestar, concentración y hasta productividad de las personas.

Hemos apostado en la neuroarquitectura, ciencia que ha alcanzado su máxima popularidad en la actualidad, gracias a la creciente tendencia de diseñar espacios que incluyan elementos capaces de incidir en manera positiva en el estado de ánimo, sentimientos, energía, bienestar, concentración y hasta productividad de las personas.

En definitiva, la neuroarquitectura busca entender cómo el entorno que vemos influye en nuestras emociones, en lo que sentimos, en nuestro estado de ánimo y/o en cómo nos comportamos.

LOS FUNDAMENTOS

La neuroarquitectura se basa en algunos principios clave a la hora de diseñar espacios:

Iluminación

Contrariamente a la luz artificial, la luz natural crea un ambiente agradable que favorece la concentración y reduce el estrés.

Zonas verdes

Plantas, jardines ayudan a reducir el estrés diario. De hecho, el contacto con la naturaleza genera una reacción automática de relajación en el cerebro.

Altura de los techos

Influye en la concentración y actividades de las personas. Así, los techos altos son adecuados para las tareas más creativas, mientras que los bajos favorecen un trabajo de carácter más rutinario.

Colores

Condicionan el estado de ánimo de las personas. Por ejemplo, tonos cercanos a la naturaleza como verdes, azules y amarillos reducen el estrés, aumentan la sensación de confort e inciden sobre la percepción del espacio como un edificio saludable. Por otro lado, los tonos cálidos como el rojo captan la atención del receptor, por lo que se recomiendan en tareas que requieren de mayor concentración.

Elementos arquitectónicos

Los ángulos o las formas arquitectónicas influyen en el cerebro del ser humano. Los ángulos marcados de las edificaciones favorecen la aparición de estrés o ansiedad frente a las curvas o contornos suaves, que generan una sensación de seguridad y comodidad.

Es evidente que el espacio tiene un gran poder sobre el cerebro y que el bienestar de las personas está estrechamente relacionado con el entorno donde desarrollan su día a día. Por eso, aplicar los principios de la neuroarquitectura nos ayuda a tener espacios más centrados en las personas y en sus emociones.

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BIENESTAR PERSONALIZADO

En MOTIVË, construir espacios que mejoren la productividad y el bienestar de las personas, es nuestra principal motivación. Por esto, nos enfocamos en cómo la mente condiciona el espacio y cómo el entorno nos estimula.

Nos enfocamos en diseñar espacios que incluyan elementos capaces de incidir en manera positiva en el estado de ánimo, sentimientos, energía, bienestar, concentración y hasta productividad de las personas.

Hemos apostado en la neuroarquitectura, ciencia que ha alcanzado su máxima popularidad en la actualidad, gracias a la creciente tendencia de diseñar espacios que incluyan elementos capaces de incidir en manera positiva en el estado de ánimo, sentimientos, energía, bienestar, concentración y hasta productividad de las personas.

En definitiva, la neuroarquitectura busca entender cómo el entorno que vemos influye en nuestras emociones, en lo que sentimos, en nuestro estado de ánimo y/o en cómo nos comportamos.

LOS FUNDAMENTOS

Iluminación

Contrariamente a la luz artificial, la luz natural crea un ambiente agradable que favorece la concentración y reduce el estrés.

Zonas verdes

Plantas, jardines ayudan a reducir el estrés diario. De hecho, el contacto con la naturaleza genera una reacción automática de relajación en el cerebro.

Altura de los techos

Influye en la concentración y actividades de las personas. Así, los techos altos son adecuados para las tareas más creativas, mientras que los bajos favorecen un trabajo de carácter más rutinario.

Colores

Condicionan el estado de ánimo de las personas. Por ejemplo, tonos cercanos a la naturaleza como verdes, azules y amarillos reducen el estrés, aumentan la sensación de confort e inciden sobre la percepción del espacio como un edificio saludable. Por otro lado, los tonos cálidos como el rojo captan la atención del receptor, por lo que se recomiendan en tareas que requieren de mayor concentración.

Elementos arquitectónicos

Los ángulos o las formas arquitectónicas influyen en el cerebro del ser humano. Los ángulos marcados de las edificaciones favorecen la aparición de estrés o ansiedad frente a las curvas o contornos suaves, que generan una sensación de seguridad y comodidad.

Es evidente que el espacio tiene un gran poder sobre el cerebro y que el bienestar de las personas está estrechamente relacionado con el entorno donde desarrollan su día a día. Por eso, aplicar los principios de la neuroarquitectura nos ayuda a tener espacios más centrados en las personas y en sus emociones.